"Es natural que al sentirnos lastimados tengamos sentimientos de impotencia y deseos de venganza. Otros deseamos evadir el problema y dejar que el tiempo lo sane. Dios no nos ha llamado a vivir atados a la herida y con raíces de amargura que a la larga produce solo mayor dolor. Dios entrega en tus manos el poder para liberarte".
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