Una de las mejores labores
de un escritor creyente
en la suma de nuevos escritos
es mirar hacia arriba
porque lo temporal tiene un tiempo
y por más que haya aplausos
y cierta fama
al final ahí quedan
porque todo lo que hizo
quedará en un espacio
y un día todo terminará
pero el que hizo escritos
de un modo u otro
para la gloria de Dios
y ahí estuvo
aunque combinando según los casos
y lo hizo de corazón
Dios lo sabe
y descansar en su conocimiento
y él dará a cada quién de acuerdo a lo que ha hecho en esta vida
y eso se apreciará en el tribunal de Cristo
y aparte de su vida personal
y de lo que hizo en cada momento de su vida
un día Dios recompensará
pero más allá de esto
la gran alegría es haber sido salvo
al recibir a Cristo Jesús como salvador personal
y él es el autor y consumador de nuestra fe
y al ir sumando más escritos
una de las preguntas básicas es
¿qué es lo que podemos hacer para la gloria de Dios?
Y he ahí una de las diferencias
entre un escritor creyente
y que es consciente de lo que debe hacer
y aun con todas las combinaciones como estrategia
pero ahí está
tratando de hacer algo
lo que un escritor no creyente
no lo hará
y por más que su don sea muy grande
pero hay escritos que no realizará
y en mi caso trato de hacer algo
de alguna forma de alguna manera
en lo que he venido haciendo
y hay cosas por muy hermosas que sean al ojo humano
no hay que escribirlo
y cuando hay que reescribir hay que hacerlo
y cuando hay que subrayar también
y hay que estar ahí
en una constante
y siempre habrá detalles diversos
para seguir escribiendo
es parte de mi labor como escritor creyente.
Manuel Núñez del Prado Dávila
Escritor peruano
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