Preciosa enseñanza...
Un abrazo.
Manuel Núñez del Prado Dávila
¿QUIEN NOS SEPARARA DEL AMOR DE CRISTO?
Romanos 8:28-39
Y sabemos que para los que aman a Dios,
todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados
conforme a su propósito. 29 Porque a los que de antemano conoció,
también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo,
para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que
predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también
justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó. 31 Entonces,
¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra
nosotros?
Comienzo esta mañana con dos preguntas. No le pediré que levante su
mano. Pero deberá responderle a Dios. Dé una respuesta silenciosa a Dios
por cada pregunta. Y hago esto porque según usted responda estas
preguntas así el resto de este mensaje será una realidad en su vida, o
solo una invitación para que venga al banquete de la fe.
Las preguntas están basadas en Romanos 8:28. Esta es una de las promesas
más grandes del amor de Dios en toda la Biblia. Pero tiene dos
requisitos adjuntos. No es una promesa para todos, solo para los
descritos en este verso: “Y sabemos que [1] para los que aman a Dios,
todas las cosas cooperan para bien, esto es, [2] para los que son
llamados conforme a su propósito”.
Así que estas son mis preguntas:
Pregunta Nº1: ¿Ama usted a Dios? En esta vida nadie ama perfectamente a Dios. Esa no es la pregunta. Todos sabemos que puede existir un amor unificador entre un esposo y una esposa, una madre, un padre, o un amigo querido sin que ese amor sea perfecto. De hecho, el amor más grande y auténtico e intenso tiene sus imperfecciones. La pregunta no tiene que ver con la perfección. La pregunta es: ¿Es Dios su tesoro? Jesús dijo: “donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón” (Lucas 12:34). Es decir: allí estará tu amor. Él estaba tratando de persuadirnos para que pusiéramos nuestro tesoro en los cielos, no en la tierra. Nos estaba exhortando a atesorar a Dios por encima de todas las cosas. Porque lo que usted atesora es lo que aprecia y ama su corazón. Por tanto la pregunta ¿Ama usted a Dios? Significa ¿Es Dios su tesoro? ¿Es Dios la realidad más valiosa de su vida?
Pregunta Nº2: ¿Ha sido usted llamado por Dios conforme a su propósito?
Esto no significa: ¿Ha escuchado el evangelio? O: ¿Ha escuchado una
invitación para arrepentimiento y fe? El verso 30 explica cuál es el
llamado de que se habla aquí: “a los que [Dios] predestinó, a ésos
también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que
justificó, a ésos también glorificó”. Todos los llamados son
justificados. Así que este llamado de Dios no es solo una invitación,
sino una convocatoria poderosa y efectiva que le despierta del letargo
de la ignorancia y la rebelión, y como resultado usted es capaz de ver a
Jesús y someterse alegremente ante él.
Imagíneselo de esta manera: antes de que ser llamado por Dios usted
estaba literalmente durmiendo en su cama. Jesús llega a su cuarto. Él se
posiciona en el cuarto con toda la gloria del amor de su Calvario y el
poder de su Resurrección. Pero usted está dormido, de hecho está
soñando. Y en el sueño (que es su vida ordinaria) ve a Jesús. En el
sueño Jesús parece necedad, no es atractivo. Usted se pregunta por qué
otros hacen tanto escándalo con él. En el sueño la televisión era más
emocionante, la pareja era más real, el trabajo satisfacía mucho más.
Entonces el Espíritu de Dios -el Espíritu Santo- viene a la habitación
donde Jesús está con toda la gloria del amor de su Calvario y el poder
de su Resurrección. Y el Espíritu revolotea sobre la cabeza soñadora de
usted y le llama con una voz lo suficientemente fuerte: « ¡Despierta!» Y
eso le estremece. Y abre sus ojos. Y allí delante está el verdadero
Jesucristo. Y su gloria es inconfundible. Y entonces comprende que (toda
su vida) había estado soñando -que todos sus pensamientos acerca de la
necedad, lo irreal, y la fealdad de Cristo eran puras fantasías e
imágenes vacías de una mente dormida. Pero ahora el velo del letargo fue
removido y la “luz del evangelio de la gloria de Cristo” fue
irresistiblemente cierta. El Cristo crucificado es ahora para usted lo
que realmente es: el poder y la sabiduría de Dios. Esto es lo que
significa ser llamado.
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