Ya no hay mucho tiempo en esta vida, si hoy puedes abrazar da un abrazo, si hoy puedes llamar por teléfono y decirle que la quieres...
- Interesante lo que me vienes diciendo, a veces uno descuida detalles hasta que un día viene la muerte. Sabes a veces me pregunto si fue suficiente todo lo que hice pero hoy en la mañana escuchando a un escritor él decía si hoy fuera mi último día haría muchas cosas de lo que hasta ayer nunca hice, jamás puse un vídeo cristiano en facebook, es lo que hasta ayer no hice, y seguía diciendo más cosas y si yo tuviera una enamorada.
¡Guau!.
- Sabes una vez una chica me dijo qué pasaría si yo te abrazo y acaricio tu espalda y lentamente con mis manos recorro tu cuerpo.
Uyy amigo ¿y qué le dijiste?
- Nada.
Por...
- Lo acabo de inventar a veces imagino que una chica me dice sabes he visto en tus ojos ternura y necesidad de mujer ¿quieres abrazarme?
Manuel Núñez del Prado Dávila
Escritor peruano
"Es parte de una de mis novelas que todavía no he publicado"...
A todo el mundo le gusta hacer el amor, porque el placer está al final
del viaje. El objetivo buscado por la naturaleza es que nos
reproduzcamos. Esto es vital para que la especie humana perdure.
El sentido del placer que nos espera nos puede cegar, y hacernos
olvidar ciertos riesgos, como no usar el preservativo, la posibilidad de
embarazo, contagio indebido…. El placer nos empuja a procrearnos.
Una función de base en el placer es también la de empujarnos a volver
a empezar. Siempre queremos repetir todo lo que nos es agradable y
necesario: comer, beber, encontrarnos con los demás, hacer el amor… Esta
substancia química del cerebro, la dopamina, es la responsable de que
queramos comenzar de nuevo lo que nos resulta agradable.
Sentir y dar placer sexual es afirmarse como hombres o mujeres. La
prueba es que las personas cuya vida sexual está vacía o no es plena,
dicen no sentirse enteramente hombres o mujeres. Les falta algo
importante. La plenitud sexual confirma nuestra identidad sexual,
nuestro poder de seducción, nuestra capacidad para ser amados.
El placer sexual es un antidepresor muy eficaz. Los amantes felices
se sienten bien en su propia piel y son capaces de construir un proyecto
de vida. Sin placer, podemos caer en el agujero de la depresión. En ese
fondo ya no se siente ningún tipo de placer por vivir. El orgasmo
distiende, y baja los niveles de estrés, inundándonos de hormonas del
bienestar.
El placer compartido nos hace únicos en el mundo. Cuando amamos, nos
convertimos en la persona capaz de hacer feliz al otro. Y esta emoción
compartida es un tesoro que se debe saborear entre dos. Por eso, hacer
el amor no sólo es un gesto sexual, sino construir una relación preciosa
y privilegiada.
El placer rebaja las dificultades. El entendimiento entre un hombre y
una mujer no es ninguna conquista segura. Diferencias, incomprensiones,
divergencias de opinión, de proyectos… Todo indica que vivir juntos es
un combate continuo. El placer está ahí para suavizar la vida entre dos
personas. Para inclinar la balanza del lado positivo, el placer es el
azúcar que se puede añadir para superar una vida que, en ciertos
momentos, puede ser dura.
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