Hay temporadas que Dios nos regala que no vuelven y si no aprovechamos los momentos en que el Señor está en nuestra casa para sentarnos a sus pies, escuchar, aprender y adquirir sabiduría, cuando vengan los momentos de crisis en que levantemos la vista de nuestra ocupada vida, nos daremos cuenta que estamos aislados y vamos a extrañar la calidad del tiempo que desperdiciamos. Cuando la Presencia de Dios nos visita en casa, tenemos que hacer tiempo para sentarnos a Sus pies, beber de Su agua y echar raíces profundas que nos sostengan ante grandes sequías y fuertes vientos.
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