En 2 Corintios 6:14-15 Pablo nos da una orden y luego hace una serie de
preguntas: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué
compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿ Y qué comunión la
luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte
el creyente con el incrédulo?". La mayoría estamos de acuerdo en que el
matrimonio entre un cristiano y un inconverso está terminantemente
prohibido por Dios. Todo creyente que contrae nupcias con una persona
fuera de la familia de Dios, puede estar seguro de que está actuando
contra la voluntad del Señor, cualesquiera que sean las circunstancias.
Sin embargo, no estamos tan seguros del porqué.
Un día me encontré con una joven que había sido parte del grupo juvenil
que hace unos años mi esposa y yo dirigimos en Guadalajara, México. Me
explicó que cuando era miembro del grupo pensaba que Dios no tenía otra
cosa que hacer, entonces decidió prohibir el casamiento entre un hijo de
Dios y un inconverso. Con lágrimas en los ojos me confesó que ahora sí
entendía por qué Dios prohibe el matrimonio desigual. Sobre todo es para
la felicidad de sus hijos.
Al contraer matrimonio las dos partes llegan a ser "una sola carne" (Ef.
5:31; Gn. 2:24). Esa frase expresa antes que nada la relación sexual
dentro del matrimonio. Pero el sentido completo se desarrolla más
ampliamente con el correr de los años. El matrimonio es un enlace que
involucra no solamente el cuerpo, sino también el alma y el espíritu.
La Biblia prohíbe el matrimonio mixto entre creyentes e inconversos
porque no es posible desarrollar en forma plena la verdad de "una sola
carne". No se puede unir el espíritu viviente del creyente y el espíritu
muerto (sin Cristo) del incrédulo. No hay, ni habrá comunión
espiritual. Por lo tanto, la comunicación se realiza solamente a nivel
del "alma"; la sala de controles de quien no conoce a Cristo.
Sin embargo, cualquier padre, pastor o consejero que ha tenido que
lidiar con una persona enamorada de un no creyente sabe que existe un
"amor" tan fuerte que está seguro de que su situación no está
contemplada en la Biblia, por lo que abundan las excusas. Supongamos que
la mujer es la creyente. Estas son algunas de las razones que más se
escuchan:
"No hay jóvenes cristianos de mi edad en la iglesia."
"Él es mucho mejor que la mayoría de los creyentes que conozco."
"Mi novio está de acuerdo en que nos casemos en la iglesia evangélica."
"He visto otros matrimonios que empezaron así y dio muy buen resultado."
"Él no será estorbo para mi vida espiritual."
"Me dice que se va a convertir después de la boda."
"Me permitirá llevar a nuestros hijos a la escuela dominical."
"Tengo que casarme con él porque hemos tenido relaciones sexuales."
Como hemos mencionado, bajo cualquier circunstancia es pecado casarse
con un incrédulo. Un cristiano por consiguiente está incapacitado para
implorar la bendición de Dios sobre ese matrimonio.
En cuanto al argumento de que no hay jóvenes cristianos en la iglesia,
quisiera aclarar tres puntos: 1) Los solteros tienen que creer y confiar
en las promesas del soberano Dios. "Te haré entender, y te enseñaré el
camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el
caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con
cabestro y con freno, porque si no, no se acerca a ti.", Sl. 32:8-9. 2)
Uno no está siempre limitado a los muchachos de su propia iglesia. Una
excelente manera de conocer a chicos creyentes es en las actividades y
campamentos interdenominacionales. 3) Es mejor quedarse soltero que
casarse en contra de la voluntad de Dios. La soltería es una opción
bíblica (1 Co. 7:1-9).
No acepto la escapatoria de que los inconversos son " mejores que los
creyentes". O algo anda mal con los jóvenes cristianos de esa iglesia
(quizá no sean verdaderos cristianos), o el amor ha cegado los ojos de
la parte interesada.
Es sorprendente que hay personas que todavía piensan que Dios le da la
bendición a un yugo desigual con tal que se casen en la iglesia. No
importa en qué iglesia se casen; si uno de los novios no es creyente en
Cristo el casamiento sigue siendo desobediencia.
En cuanto al argumento de que existen matrimonios mixtos exitosos o que
el inconverso se convierte al Señor después de la boda, lo que ocurrió
con Fulano o Mengano, no puede sentar precedentes y permitirme actuar de
la misma manera. Mi fundamento es la Biblia, y allí claramente se
afirma que tal unión es pecado. Por cada caso que por la misericordia de
Dios ha resultado exitoso, cualquier pastor podrá mencionar 50 otros
con resultados nefastos. Es más, hemos visto que la gran mayoría de los
inconversos que se casan con cristianos, nunca se convierten al Señor.
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