Al igual que a Eliseo le cayó sorpresivamente el manto de Elías, todos nosotros hemos recibido en algún momento el llamado de Dios, ese manto que llega cuando estamos ocupados y en ocasiones cuando ni siquiera estamos pensando en que Dios tiene un propósito para nosotros. Y cuando nos cae ese manto, podemos decidir quedarnos con él, hacer lo que Dios nos pide, o ir más allá y pedir una doble porción de unción. Si queremos ser un Elías, vivir en lo sobrenatural y partir las aguas, debemos obedecer ciegamente al Señor y estar dispuestos a darlo todo, a sacrificarlo todo. La primera parte de un mensaje que te hará reflexionar en tu llamado.
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