miércoles, 28 de septiembre de 2011

José Antonio Massi - Fortaleciendo la fe 2


En el mundo espiritual el discípulo no debe limitar su camino sólo aprendiendo, ya que discípulo no es el que más aprende, sino el que mejor se prepara para compartir; lo más importante del aprendizaje es cuando llega el momento de comunicarlo a los demás.

La fe es una realidad dinámica donde el crecimiento se da poderosamente al llevarla a quienes menos creen y más los necesitan porque viven en la oscuridad de la ignorancia y la mediocridad. Imaginemos un cuarto oscuro lleno de velas, pero solo una de ellas está encendida. Imposible ver con claridad en un cuarto así, pero si con el fuego de esa vela se encienden las demás, poco a poco ese cuarto se iluminará y llegará a haber tanta luz que podrán observarse todas las cosas de ese cuarto con gran claridad.

Eso mismo pasa con la fe. Si nuestro corazón está apagado ¿qué podremos decirle al mundo?, pero si alguien con un corazón encendido prende a los demás, tendremos toda una propuesta a este mundo cansado y sin aliento. Sólo un mundo con fe pensará diferente y actuará diferente, ya que sólo la luz de Dios que se ha transmitido a tantos corazones incendiados de amor iluminará todas las zonas oscuras de nuestra vida.

Para que todo esto sea una hermosa realidad es necesario que cada uno de nosotros entendamos que si no actuamos no seremos los factores del cambio y nadie más lo será. Estamos tan acostumbrados a que hagan todo por nosotros y que venga alguien a darnos la solución y la respuesta a todos nuestros problemas que nos hemos olvidado que la fuerza espiritual está dentro de nosotros. En una ocasión el ex presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, J.F. Kennedy dijo: “no te preguntes ¿qué ha hecho tu País por ti?, más bien pregúntate: ¿Qué has hecho tú por tu País?”

No podemos esperar a que las cosas sucedan y mucho menos en la fe. No podemos depender de lo que los demás hagan o dejen de hacer. Tanto en la vida espiritual como en otros ámbitos de nuestra existencia no podemos dejar que otros sean protagonistas de aquello que a nosotros nos corresponde hacer. Si el mundo está perdiendo la esperanza no es porque la esperanza carezca de sentido, sino porque nosotros hemos dejado de creer o de esperar. Quizá nos ha faltado un poco más de dedicación y esfuerzo por unirnos más a Dios. Es importante que nos demos cuenta de que Él cuenta con nosotros para lograr una verdadera transformación del mundo.

Son muchos los miedos que nos rodean y son muchos los “peros” que le ponemos a Dios: - “soy un pecador”, -“soy un ‘x’ en este mundo”, -“no valgo nada”, -“es que a mí nunca me inculcaron esas cosas de Dios” y otras tantas expresiones que solemos decir para evadir nuestra responsabilidad de comunicar lo que Dios ya ha puesto en nuestros labios.

Ahora tú puedes dar ese paso y levantarte de la silla en la que te encuentras para tomar la gran decisión de llevar lo que un día tú recibiste, debes ser consciente del llamado que se te hace a ser “enviado”. No te conformes con saber o aprender cosas… comunícalo a los demás y llena a tus semejantes de lo que estás lleno, poco a poco te darás cuenta que tu fe será más grande y madura y tu interior se irá fortaleciendo cada vez más.

San Pablo dice: “Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: “ ¡Cuán hermosos los pies de los que anuncian el bien!.” Romanos 10, 14. 15

Ahora pueden ser tus pies los que corran haciendo el bien, pueden ser tus manos las que sanen el dolor de tantos corazones adoloridos y pueden ser tus labios los que anuncien buenas noticias a un mundo que espera a un discípulo que se atreva a ser misionero.

Dr. César Lozano

La fe se fortalece dándola.

Manuel Núñez del Prado Dávila

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