Un poderoso mensaje vino este viernes
por parte del Pastor Javier Bertucci, trayendo renovación espiritual
para que cada quien que ha dispuesto su corazón en avanzar el Reino de
Dios, vea Su gloria en su ciudad y en su país.
2 Reyes 2:19
"Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar donde
ésta colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son
malas, y la tierra es estéril"
No maldigamos nuestro país, ya que esta ciudad es buena; el lugar
donde estamos es bueno. Debemos ser agentes de avivamiento porque no
cambiamos por lo que nos rodea, sino que cambiamos lo que nos rodea. No
vamos a afectar y cambiar una ciudad con una vasija vieja. No esperes
cosas nuevas, siendo el mismo viejo; pero si somos vasijas nuevas, gente
cambiante, seremos gente que irá de "gloria en gloria" y "de poder en
poder", gente que está esperando lo mejor para esta nación.
Si queremos cambiar una situación afuera, primero debemos cambiarla
adentro; y si queremos el avivamiento, debemos estar dispuestos a
cambiar y sacrificar nuestras metas, sueños y deseos por las metas,
sueños y deseo de Dios.
No puede haber un cambio en nuestras vidas si no nos llenamos de "Sal", que es la Palabra de Dios; la iglesia debe llenarse de la Palabra de Dios, porque es lo único que levanta y da carácter. Este País va a tener el sabor que nosotros le pongamos, porque nosotros somos la "sal de la tierra".
2 Reyes 2:21: "Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad"
La tierra debería ser lo que somos nosotros. Hay que despertar ese espíritu militante e influyente en la sociedad, porque la iglesia está hecha para esto: para "salar" las calles, universidades, autobuses y todo lugar, porque somos "la sal de la tierra".
No puede haber un cambio en nuestras vidas si no nos llenamos de "Sal", que es la Palabra de Dios; la iglesia debe llenarse de la Palabra de Dios, porque es lo único que levanta y da carácter. Este País va a tener el sabor que nosotros le pongamos, porque nosotros somos la "sal de la tierra".
2 Reyes 2:21: "Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad"
La tierra debería ser lo que somos nosotros. Hay que despertar ese espíritu militante e influyente en la sociedad, porque la iglesia está hecha para esto: para "salar" las calles, universidades, autobuses y todo lugar, porque somos "la sal de la tierra".
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Preciosa, preciosa, preciosa enseñanza...
Un abrazo.
Manuel Núñez del Prado Dávila
Nota: Si Dios lo permite quizá hoy más tarde estaré publicando un nuevo escrito...
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