Y aquella noche cuando caminábamos por aquellas calles la abracé tiernamente y le dije sabes eres hermosa, me quedó mirando ¿en verdad me amas? Me preguntó, claro, claro que te amo y ahí juntos bajo aquella luna que nos alumbraba...
- Assu... te estás volviendo romántico amigo y no solamente lo digo por lo de ahora sino que también ayer y estos últimos días noto como dicen algunos novelistas.
No me emociones ¡eh!.
- ¿Y siempre tienes la idea de escribir una novela?
Sí.
- Entonces porqué no emocionarse, saltar de alegría.
Me has dado una idea amigo.
- ¿Cuál?
Aprovechar mis emociones.
- Así es, dicen que algunos escritores no tienen el talento apropiado pero a base de mucho esfuerzo y emoción fueron narrando determinadas historias pero también desde luego aparecen otros factores.
Hace poco una amiga me decía que tengo que llamar al talento.
- Entiendo la idea y eso es algo que vienen un poco discutiendo los críticos literarios y alguien dijo por ahí un poco arrebatado lo tienes o no lo tienes pero no me vengan con que hay que llamar al talento porque sino a partir de ahora yo empezaré a llamarlo.
¿Y tú qué opinión tienes al respecto?
- Que es necesario el esfuerzo aun teniendo el talento.
Me haces acordar a un profesor de literatura que respondía algo así a determinadas preguntas pero nunca me saqué diecinueve en ese curso a pesar que respondía bien y parece ser que el profesor leía muchos cuentos porque nos hablaba maravillosamente de todos los cuentos que había leído y un día le pregunté qué era más importante escribir un cuento o una novela y él me dijo si quieres aspirar al Premio Nobel de Literatura tienes que volverte novelista y luego sonriendo me decía sabes no sé si estoy en lo cierto pero si quieres escribir algo siempre piensa en dos cosas en la importancia del contenido y la trascendencia y hoy a ocho años de haber terminado mi secundaria me doy cuenta que el contenido en un escrito es importante y me pregunto un poco como decía una chica si eso es estar madurando en la lectura de los escritos porqué le pregunté y ella me dijo no te voy a mencionar títulos pero ya no leo esos libros que antes leía y sabes.
- Dime.
¿Cuando un escritor no es creyente se puede notar en los libros que va publicando?
- Definitivamente sí.
¿Y en los libros que yo he publicado se nota?
- Demasiado.
Te faltó decir primero publica aunque sea un libro.
- Pero puede ser que tú muy pronto.
¿Tú crees?
- Si haces un cierto esfuerzo en algunos días pienso que sí.
Y la primera historia que escribiría de muchas páginas sería de un padre de familia que manda a llamar a sus hijos.
- ¿Y ahí aprovecharías para hablar de facebook, de twitter?
Algo así que el padre les aconseja que lean determinadas páginas y que luego entren a YouTube y escuchen ya por ejemplo a Javier Bertucci y que en las redes sociales pongan canciones cristianas, prédicas.
- Uy amigo serías un novelista muy actualizado.
¿Y tú crees que para obtener el Premio Nobel sea muy apropiado hablar de canciones cristianas, de prédicas?
- Te lo diré como me dijo un escritor cristiano escribe las mejores historias que puedas porque no habrá una segunda oportunidad para escribir esas historias, si hoy tienes que decirle al mundo a través de un personaje.
Que Cristo es el único camino para llegar al Padre.
- ¿Me creerías algo?
¿Qué?
- Ahorita no pensaba decir eso.
¿Y cuándo lo vas a decir?
- ¡Guau! creo que ya te sientes escritor.
Si tú me lo dices.
- ¿Te animarías a escribir una novela?
Pero quisiera que trate sobre la historia de mi pueblo.
- ¿Con algún toque romántico?
Sí, y que caminamos por aquellas laderas y que luego nos sentamos y ahí a la luz de la luna...
- Assu.
Estás con un escritor amigo qué pasa...
- ¿Y dentro de esa historia mencionarías alguna canción de Jesús Adrián Romero?
Hay una canción que nunca me gustaría dejar de mencionar.
- ¿Cuál?
Aquella que lleva por título "Cerca de Jesús".
- ¿Y has llorado al escuchar esa canción?
Uyy amigo...
Manuel Núñez del Prado Dávila
Escritor peruano
Es parte de una de mis novelas que todavía no he publicado...
PAPÁ: VÍCTOR NÚÑEZ DEL PRADO BENAVENTE
GRACIAS, GRACIAS PAPITO POR TODO LO QUE HICISTE POR MÍ. NUNCA TE OLVIDARÉ.
TU HIJO QUE TE QUIERE...
Manuel Núñez del Prado Dávila
La imaginación, fundamento del escritor
Para ser escritor se debe ser ante todo un buen lector y debe conocer,
al menos intuitivamente, las técnicas necesarias para provocar la
emoción necesaria en el lector. Sin embargo no es suficiente para crear
una obra literaria.
El escritor debe reunir ciertas características, a las que se puede
denominar «naturales», por no encontrar otro calificativo más adecuado.
Debe poseer suficiente imaginación; lo que podría parecer
contraproducente, cuando es la realidad su fuente de materia prima.
No basta con trasladar la realidad al papel para crear una obra
literaria. Es imposible expresar la realidad, tan compleja e infinita,
en los textos literarios. Esa es una labor de la Historia o en parte
también, quizás, del Periodismo.
El escritor, por el contrario, crea una imagen de esa realidad, la
sintetiza y la somete a un orden controlado, conservando lo que es
esencial para lograr su objetivo. El escritor se comunica con el lector a
través de un idioma único: el lenguaje del alma, de los sentimientos.
Es por ello injustificable que se le haya abierto un proceso judicial
a un escritor como Gustave Flaubert por haber, supuestamente, atentado
contra la moral de la sociedad. La literatura tiene el derecho de la
libertad de imaginación y sin ella no es concebible una obra literaria.
La literatura es mentira, pero una mentira posible. Y esta mentira debe
también convencer y emocionar.
La imaginación le brinda al escritor esos elementos que la realidad
no satisface; lo ayuda a condimentarla, a crear situaciones que
justifiquen la corriente de sentido que subyace bajo todo buen texto
literario. Esta capacidad viene prácticamente desde la niñez. Un niño
fantasioso, de los que inventan mentiras para justificar sus tropelías,
puede llegar a ser un buen escritor.
La literatura es, por tanto, como en el teatro, una imitación de la
realidad; y el escritor en esa representación es dramaturgo, director de
escena y todos los actores. Es imprescindible que el escritor posea
pues una profunda capacidad de mimesis, o desdoblamiento. Primero porque
está imitando esa realidad para convertirla en una mentira que aparenta
ser real, o lo que es más preciso, para revelarla como otra realidad.
Y sobre todo, como los actores, debe vivir con sus personajes, sentir
por ellos, sufrir sus tristezas, revolcarse en sus miserias. Flaubert
dijo en el proceso judicial que se le abrió: «Madame Bovary soy yo», y
no mentía. El escritor que no logre meterse en la piel de sus personajes
—todos los personajes— no convencerá al lector.
Igualmente para ello debe ser un agudo observador y conocedor de la
conducta humana. Conocer las posibles respuestas del ser humano ante
situaciones comunes o extraordinarias.
Pero todo esto no basta si el escritor no está tocado por la
inspiración, por esa especie de inexplicable fuerza interior que lo
asalta sin que sepa explicar muy bien qué lo lleva a jugar o sufrir con
las palabras para crear ficciones. Expresado en palabras de Leon
Sumerlian en su obra Techniques of Fiction Writing: Measure and Madness:
El verdadero escritor posee un toque de locura. Es un exaltado, un
verdadero fanático, un inspirado. Este escritor no siempre sabe lo que
está diciendo. Tiene una sensibilidad especial para el lenguaje y está
borracho de palabras.
Según Sartre, escribir es también:
…revelar el mundo y proponerlo como una tarea a la generosidad del
lector. Es recurrir a la conciencia del prójimo para hacerse reconocer
como esencial la totalidad del ser; es querer vivir esta esencialidad
por personas interpuestas.
¿Está dicho todo respecto a la creación? Nunca es suficiente para
expresar todo lo que implica al ser humano, menos aún al hombre
artístico. Picasso aclaró una vez que la inspiración era bien recibida
pero él siempre la esperaba pintando. Aquí entra en juego otra de las
fundamentales características de un escritor: el oficio.
No hablamos ya de elementos «naturales», sino de metas a las que se pueden llegar en el largo camino de la vida.
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