Cuando oramos al Señor, la mayoría de las veces queremos que responda en nuestros términos y en nuestro tiempo y nos frustramos cuando en vez de respuestas rápidas nos da promesas. Esa frustración nos puede llevar a volvernos religiosos y a perder de vista al Jesús puro y sencillo que nunca nos abandona; pero si aprendemos a confiar en las promesas de Dios, se irán fortaleciendo nuestros músculos de la fe y estaremos más cerca de Su rostro y Su gracia. Un mensaje que llenará de paz tu corazón.
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