Hace seis años, Dan Brown vivía en el anonimato en un apartamento de alquiler a orillas del río, en Exeter, al noreste de EEUU. Ahora es un escritor millonario, polémico y mundialmente conocido que está encantado con su fama y su riqueza.
"Soy muy reservado y ciertamente gran parte de mi privacidad se ha esfumado, pero también tengo grandes oportunidades. Diría que (la fama y la riqueza) son maravillosas en un 95 o 97 por ciento", explicó a Efe Dan Brown, que ahora publica en español El símbolo perdido (Ed. Planeta). El libro, que transcurre en el espacio de 12 horas en la capital estadounidense, gira en torno a los masones y a la misteriosa amputación de una mano, que causa la intercención de la CIA, y tras la cual se oculta la búsqueda de una antigua fuente de poder.
"Mis críticos dirían "esta persona no es William Faulkner". Y lo que yo digo es: tienen razón. Ni lo soy, ni lo pretendo", aseguró el autor durante una entrevista en Exeter.
El encuentro con Efe en la biblioteca de la Academia Phillips Exeter, un prestigioso centro escolar en el que el padre de Brown impartió clases de matemáticas, se produjo a escasos metros del restaurante Penan & Tokyo, donde hace seis años el ahora autor de superventas era "un cliente más".
"Su plato favorito era el pollo General Tso", dijo a Efe Bob Colman, copropietario del local.
"Cuando salió El Código Da Vinci en el 2003 le pedí que me firmara un autógrafo. Me puso: "A Bob: Gran parte de este libro fue concebido entre plato y plato de pollo General Tso", explicó el militar retirado.
Al fondo del local, unos ventanales verdes ofrecen una idílica vista del río Squamscott.
Desde ellos pueden verse los bloques de apartamentos en los que vivía Brown antes de que los más de 80 millones de ejemplares vendidos de El Código Da Vinci le permitieran ingresar 250 millones de dólares, según The New York Times.
Brown atribuye su éxito comercial a su capacidad para crear "historias emocionantes" en las que no hay, dice, "florituras" linguísticas.
"Es mucho más fácil escribir de forma compleja que simple", afirma.
El encuentro con Efe en la biblioteca de la Academia Phillips Exeter, un prestigioso centro escolar en el que el padre de Brown impartió clases de matemáticas, se produjo a escasos metros del restaurante Penan & Tokyo, donde hace seis años el ahora autor de superventas era "un cliente más".
"Su plato favorito era el pollo General Tso", dijo a Efe Bob Colman, copropietario del local.
"Cuando salió El Código Da Vinci en el 2003 le pedí que me firmara un autógrafo. Me puso: "A Bob: Gran parte de este libro fue concebido entre plato y plato de pollo General Tso", explicó el militar retirado.
Al fondo del local, unos ventanales verdes ofrecen una idílica vista del río Squamscott.
Desde ellos pueden verse los bloques de apartamentos en los que vivía Brown antes de que los más de 80 millones de ejemplares vendidos de El Código Da Vinci le permitieran ingresar 250 millones de dólares, según The New York Times.
Brown atribuye su éxito comercial a su capacidad para crear "historias emocionantes" en las que no hay, dice, "florituras" linguísticas.
"Es mucho más fácil escribir de forma compleja que simple", afirma.
Mezcla de hechos y ficción
"Hago algo muy específico e intencional en estas novelas. Las escribo en un estilo muy moderno, transparente y nítido. Mezclo hechos y ficción. A algunos lectores les encanta (...) El resto debería leer a otros (autores)", dice.
Sus críticos, entre los que figuran académicos como Geoffrey Koziol, de la Universidad de Berkeley (California), lo culpan de falta de rigor en la presentación de acontecimientos históricos.
"Me critican por cualquier cosa que escriba", aduce Brown, para añadir que los suyos son "libros de ficción en los que se pueden alterar algunas pequeñas cosas para que la historia funcione".
Exeter. Nuevo Hampshire. EFE.
Diario: La República. Cultural, viernes 30 / 10 / 2009
Manuel Núñez del Prado Dávila
Escritor peruano
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