El niño decía
voy a escribir un poema
para que sonrían
para que me amen como poeta
y algún día cuando ya no esté
me busquen en los mares
en los lagares
en los ríos
y yo apareceré cada tarde como sol brillante
y aquí el poema para que sonrían
la llevé a la ribera del río
y en un pasto ligero
suave
de esos que se venden en las figuras literarias
ella puso su pecho
y qué momento más hermoso
ver cuando ella ponía su pecho
y todo su cuerpo brillaba a la luz del sol
¡guau! qué poesía tan intensa
y yo ahí abrazándola
la acariciaba
su cuerpo fluía
una expresión rítmica
y ahí en caricias intensas
nos amábamos
su mirada me decía te quiero
es hermoso tener una mujer a tu lado
todo era bello
su cuerpo
la tarde
y el niño terminó diciendo
y yo ahí inspirándome
en la ribera del río
sin que nadie me quiera
sin que nadie me abrace
eres un poema que me quema por dentro
y hoy permitiré al viento que se lleve mis versos
y cuando te hagas famosa y célebre por mis poemas
nunca te olvides que tu mirada quemaba en lo más profundo de mi poesía.
Manuel Núñez del Prado Dávila
Escritor peruano
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