Publicado el 7 de dic. de 2014
Todos
hemos nacido en un bosque que no sembramos, que no elegimos. Algunos
bosques están llenos de árboles robustos y frondosos, y en otros abundan
los árboles torcidos y secos. Cualquiera que sea nuestro bosque, somos
responsables de reforestarlo; aun aquellos que al adentrarse en el
bosque, en vez de sentir inspiración, lo que sienten es tristeza y
abandono, abuso y falta de cariño. Busca en tu bosque un árbol fuerte en
qué apoyarte y aprende de sus aciertos. Si tus padres no son ejemplo a
seguir, busca en las generaciones anteriores, como Josías siguió el
camino de David. No te quedes en medio de un bosque seco, recuerda que
Dios ha puesto en ti dones del Espíritu que te ayudarán a sembrar un
bosque fértil para tus hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario