Nuestro destino es determinado por las oportunidades que aprovechamos o
dejamos pasar; por esas puertas que Dios abre cuando siembra en nuestro
corazón la semilla de un sueño, de una visión ó de un llamado al
ministerio. Mientras tengamos vida, el Señor nos va a presentar
oportunidades… lo importante es estar calibrados con el Espíritu Santo
para identificarlas, pues algunas son tan pequeñas como semillas de
mostaza o vienen disfrazadas de problemas. Siembra tus semillas y no
descanses hasta cosechar. No busques más excusas, aprovecha tus
oportunidades porque mañana saldrá el sol y no sabes lo que puede
traerte la marea.
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