Pecar
es lo más fácil y una de las cosas posiblemente más divertidas que
pueda haber. Al igual que las serpientes, el pecado es fácil de atrapar y
difícil de soltar. Y los humanos queremos tratar a solas con la
serpiente, con el pecado. Decimos ‘Yo puedo manejar esta debilidad.
Mientras nadie sospeche que estoy pecando, todo está bien’. No! Tú no
puedes lidiar solo con la serpiente. La serpiente, el día que intentes
soltarte, te dejará el veneno. Pero si hoy te arrepientes como lo hizo
David, el Señor va a quitar de ti el veneno y vas a comenzar una nueva
vida espiritual, una vida en santidad.
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