Me dejé llevar en silencio por tus ojos hermosos la noche era intensa tus abrazos me enloquecieron me agolpé a tu alma y encontré un refugio cada mañana era brillante tus labios se entregaban con pasión y un día cuando el tren llegaba mi alma se agitó no fue la despedida pero ahí desperté todo había sido un sueño. Manuel Núñez del Prado Dávila Escritor peruano
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