domingo, 24 de enero de 2010

Carlos Cuauhtémoc Sánchez

TERCER PASO: DA TESTIMONIO DE TUS CONCLUSIONES

Una vez que hayas permanecido en el valle de la meditación a solas, deberás compartir tus conclusiones con la gente. No tengas miedo de decir algo que ya se ha dicho. Tu manera de comunicarte puede ser, para muchos, más poderosa y reveladora que las que conocieron anteriormente. Dios puede usar tu estilo único de expresarte para salvar alguna vida perdida. Así que habla, escribe, dicta cursos, da consejos, conviértete en pregonero del amor que has logrado asimilar y vivir en soledad.

Sólo cuídate de no volverte un charlatán o un presumido. No te ufanes de tus conocimientos, no enseñes con altivez. Para hablar debes practicar constantemente la humildad de espíritu y la meditación en soledad. Si así lo haces, aconseja sin miedo. No importa que aún no hayas comprobado la eficacia de tus teorías, porque nunca lo lograrás hasta que las compartas. Hay gente muy profunda que no dice cuánto sabe porque espera que sus secretos la transformen primero en alguien superior. Pero eso nunca ocurrirá. Para que las verdades del amor transformen a una persona debe cerrarse el círculo de compartirlas. Es una especie de broche de oro que sólo muestra su brillo cuando se exteriorizan los nobles ideales. Es una ley infalible: los escritores de superación, los psicólogos, los laicos y hasta los sacerdotes mismos sólo empiezan a vivir plenamente las ideas en las que creen hasta que se comprometen con ellas al divulgarlas.

Los grandes tesoros que no se comparten se vuelven agua estancada que en poco tiempo se descompone y hace daño a quien la tiene.

Es importante recordar que para lograr el éxito en la vida se requiere, primeramente, ponerse en contacto con los conceptos del amor, y una vez frente a ellos seguir tres simples pasos:

1.- La humildad de corazón.
2.- La meditación en soledad.
3.- El testimonio de tus conclusiones.

No puede faltar ninguno de los elementos.

Ahora ya lo sabes. El camino hacia el éxito está a tu alcance. Sólo falta que lo transites.

Carlos Cuauhtémoc Sánchez, de su libro: "Un grito desesperado", págs. 51 y 52.


Manuel Núñez del Prado Dávila

Escritor peruano

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