Una hora después, mi hermano, mi primo y yo nos fuimos a pasear al centro de Lima. Y cuando ya salíamos de la casa mi mamá nos dijo -tranquilos, cuídense mucho y nada de portarse mal...
Y mi hermano, risueñamente le contestó -Gracias por lo que nos dices y te diré que estaremos tranquilitos, nos cuidaremos mucho y para nada nos portaremos mal.
- Pierda cuidado tía -expresó mi primo.
Ya mami, lo tendremos presente, y no te preocupes -le dije yo.
Un rato después, mientras caminábamos por el centro de Lima en un momento dado mi primo nos decía -a veces me digo, si mi primera enamorada me estará recordando en algunos momentos.
- Porqué no -dijo mi hermano.
Y quién sabe muy continuamente te esté recordando -le dije yo.
- ¿Y hace qué tiempo han terminado? -preguntó mi hermano.
- Hace ya cuatro años -le respondió.
¿Y tú siempre la recuerdas? -le pregunté.
- Hay días que la recuerdo -me contestó.
Por la forma cómo me había respondido, daba la impresión de que aún sentía algo por ella.
- Puede ser, -dijo mi hermano- que en lo más hondo de su corazón algo todavía pueda estar sintiendo por ti.
- Podría ser -llegó a responder.
El sol asomaba con fuerza, cuando en esos instantes veníamos conversando.
- Hay recuerdos como dice mi papá, -expresó mi hermano- que permanecen fuertes, que así nomás no se olvidan, y otros que al poco tiempo o al tiempo tienden a olvidarse, quizá no del todo pero es muy poco o casi nada lo que podamos recordar, y cuando se recuerda lo es de una manera muy débil, pero hay esos otros que inclusive se van agrandando a través del tiempo, y son aquellos recuerdos que se añoran, que nos traen nostalgia y que se recuerdan con fuerza, con emoción, que conmueven nuestras fibras y son capaces de hacernos llorar o de alegrarnos al máximo como si estuviéramos viviendo el momento preciso de aquello que hemos vivido -lo expresaba como con cierta fuerza...
Manuel Núñez del Prado Dávila
Escritor peruano
Es parte de una de mis novelas que todavía no he publicado...
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