No lo sé... y hay muchos árboles que no nos dejan ver... es como a veces dicen los poetas: ciertas circunstancias adversas no te dejan ver lo hermoso que también hay en tu vida... hay árboles, muchos árboles, pero lo que hay en ti déjalo que fluya y la claridad también alcanzará a tu vida...
- Sí, sí lo leí... pero no sé quien fue el primer poeta que haya mencionado aquello... pero por lo visto esto lo mencionan varios poetas...
Y no te miento.
- Dime.
Tengo un poco de miedo caminar por estos lados... casi todo es oscuro... me hace acordar de los que dicen ver cosas...
- Ni hables amigo... yo tengo miedo a eso de los espíritus malos... que aparecen... que escuchan cosas... no, jamás eso ocurra conmigo...
Ves, eso nos pasa por venir sin saber ni a dónde vamos...
- Tanto así no... pero me pregunto ¿y a dónde estamos yendo?
Supuestamente a una dirección.
- Y todavía supuestamente.
Así parece...
- Y ya que estamos en este camino, qué dirías si en vez de espíritus malos por aquí aparecen cuatro o cinco tipos malos y encima con cuchillo o revólver.
Uy yayay no sabría qué decir... ¿y tú qué harías?
- Quiéres que te diga la verdad o que te mienta.
La verdad.
- Haría uso de las artes marciales.
¿Qué has practicado?
- Sí... tengo el grado de cinturón negro...
Me estás tomando el pelo o me estás diciendo la verdad.
- ¿Para qué te voy a mentir?
O sea que me estás diciendo la verdad.
- Así es amigo... pero no vayas a pensar que no tengo miedo... he practicado pero nunca he tenido una pelea de verdad, aunque una vez casi, casi peleo por defender a una chica, pero por esas cosas de la vida simplemente se fueron...
Y ojalá que aquí en este lugar no haya motivo de que pelees.
- ¿Y tú?
No sé, miraré qué tanto has practicado...
- Gracioso.
Ey, escucha parece que hay ruido.
- Sí, y parece que es de aquí a mi ladito.
Ni lo digas hermano...
- Tranquilo, tranquilo...
¿Qué hacemos?
- Sigamos caminando... y por si acaso ve sacando el nunchaku que lo tienes ahí en mi bolsa...
¿Qué traes un nunchaku?
- Sí amigo... ¿no lo sabías?
No... pero ya que lo has traído...
- Me dije a mí mismo... por si acaso...
Aunque espero que no pase nada... y te soy sincero en estos momentos prefiero estar escuchando alguna prédica de Dante Gebel... antes de estar aquí a punto de que me puedan matar... y la verdad... yo no quiero morir... soy muy joven para eso... además a mi chica le hago falta... espero que sí...
- Tranquilo amigo... pero también veo que eres gracioso...
Como dice mi tío ni tan a pecho ni muy gracioso...
- Es cierto... pero te has dado cuenta.
Qué.
- Ya no hay ruido... y ojalá que haya sido el movimiento de las hojas...
Ojalá... y sabes.
- Dime.
Yo prefiero regresar... y olvidémonos del asunto...
- Qué coincidencia... yo también había pensado lo mismo...
Entonces amigo... de vuelta a casa...
- Y te voy a ser sincero... cuando llegue a mi casa quiero escuchar alguna canción de Los Belkings.
¿Sendas de amor?
- Sí... me encanta esa canción...
¿Y se lo dedicarías a alguien?
- Sí... a la mujer de mis sueños... y decirle: te dedico esta canción...
Manuel Núñez del Prado Dávila
Escritor peruano
Es parte de una de mis novelas que todavía no he publicado
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