domingo, 7 de junio de 2015

El yugo desigual














En 2 Corintios 6:14-15 Pablo nos da una orden y luego hace una serie de preguntas: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿ Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?". La mayoría estamos de acuerdo en que el matrimonio entre un cristiano y un inconverso está terminantemente prohibido por Dios. Todo creyente que contrae nupcias con una persona fuera de la familia de Dios, puede estar seguro de que está actuando contra la voluntad del Señor, cualesquiera que sean las circunstancias. Sin embargo, no estamos tan seguros del porqué. 

Un día me encontré con una joven que había sido parte del grupo juvenil que hace unos años mi esposa y yo dirigimos en Guadalajara, México. Me explicó que cuando era miembro del grupo pensaba que Dios no tenía otra cosa que hacer, entonces decidió prohibir el casamiento entre un hijo de Dios y un inconverso. Con lágrimas en los ojos me confesó que ahora sí entendía por qué Dios prohibe el matrimonio desigual. Sobre todo es para la felicidad de sus hijos.

Al contraer matrimonio las dos partes llegan a ser "una sola carne" (Ef. 5:31; Gn. 2:24). Esa frase expresa antes que nada la relación sexual dentro del matrimonio. Pero el sentido completo se desarrolla más ampliamente con el correr de los años. El matrimonio es un enlace que involucra no solamente el cuerpo, sino también el alma y el espíritu. 

La Biblia prohíbe el matrimonio mixto entre creyentes e inconversos porque no es posible desarrollar en forma plena la verdad de "una sola carne". No se puede unir el espíritu viviente del creyente y el espíritu muerto (sin Cristo) del incrédulo. No hay, ni habrá comunión espiritual. Por lo tanto, la comunicación se realiza solamente a nivel del "alma"; la sala de controles de quien no conoce a Cristo. 

Sin embargo, cualquier padre, pastor o consejero que ha tenido que lidiar con una persona enamorada de un no creyente sabe que existe un "amor" tan fuerte que está seguro de que su situación no está contemplada en la Biblia, por lo que abundan las excusas. Supongamos que la mujer es la creyente. Estas son algunas de las razones que más se escuchan: 

"No hay jóvenes cristianos de mi edad en la iglesia." 

"Él es mucho mejor que la mayoría de los creyentes que conozco." 

"Mi novio está de acuerdo en que nos casemos en la iglesia evangélica." 

"He visto otros matrimonios que empezaron así y dio muy buen resultado." 

"Él no será estorbo para mi vida espiritual." 

"Me dice que se va a convertir después de la boda." 

"Me permitirá llevar a nuestros hijos a la escuela dominical." 

"Tengo que casarme con él porque hemos tenido relaciones sexuales." 

Como hemos mencionado, bajo cualquier circunstancia es pecado casarse con un incrédulo. Un cristiano por consiguiente está incapacitado para implorar la bendición de Dios sobre ese matrimonio.

En cuanto al argumento de que no hay jóvenes cristianos en la iglesia, quisiera aclarar tres puntos: 1) Los solteros tienen que creer y confiar en las promesas del soberano Dios. "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acerca a ti.", Sl. 32:8-9. 2) Uno no está siempre limitado a los muchachos de su propia iglesia. Una excelente manera de conocer a chicos creyentes es en las actividades y campamentos interdenominacionales. 3) Es mejor quedarse soltero que casarse en contra de la voluntad de Dios. La soltería es una opción bíblica (1 Co. 7:1-9). 

No acepto la escapatoria de que los inconversos son " mejores que los creyentes". O algo anda mal con los jóvenes cristianos de esa iglesia (quizá no sean verdaderos cristianos), o el amor ha cegado los ojos de la parte interesada.

Es sorprendente que hay personas que todavía piensan que Dios le da la bendición a un yugo desigual con tal que se casen en la iglesia. No importa en qué iglesia se casen; si uno de los novios no es creyente en Cristo el casamiento sigue siendo desobediencia. 

En cuanto al argumento de que existen matrimonios mixtos exitosos o que el inconverso se convierte al Señor después de la boda, lo que ocurrió con Fulano o Mengano, no puede sentar precedentes y permitirme actuar de la misma manera. Mi fundamento es la Biblia, y allí claramente se afirma que tal unión es pecado. Por cada caso que por la misericordia de Dios ha resultado exitoso, cualquier pastor podrá mencionar 50 otros con resultados nefastos. Es más, hemos visto que la gran mayoría de los inconversos que se casan con cristianos, nunca se convierten al Señor. 

El yugo desigual - Vida Cristiana



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