domingo, 28 de febrero de 2010

Entrevista a Silvia Núñez del Arco

Silvia Núñez del Arco: "De cierta forma me siento una escritora maldita"

La joven escritora, amiga íntima de Jaime Bayly, abandona su cura de silencio y empieza a contar su historia tras la publicación de “Lo que otros no ven”, una novela tan honesta como impúdica.


Por: Enrique Planas

Has vivido en la clandestinidad en las últimas semanas…

Por supuesto. He estado recluida. En un hotel de Miraflores chiquitito, registrada con un nombre falso, sin poder salir siquiera al malecón a tomar aire. Tuve que apagar el celular, no responder mails, salvo el de dos personas que realmente me quieren. En esos momentos te das cuenta de quiénes son tus amigos, quiénes están allí. Me escondía no porque hubiera hecho algo malo, sino por el acoso mediático.

¿Cuál es tu estado de ánimo ahora?

Sube y baja según las cosas que van pasando. Apenas grabé la entrevista con Jaime (Bayly) estaba feliz de lo que habíamos hecho, no me arrepentía. Y cuando llegué a mi casa, justo al empezar la entrevista, de lo contenta que estaba me fui al suelo. La reacción de mis padres fue terrible. Mejoré luego porque salí de casa, pero volví a pasarla mal cuando me enteré de que leyeron el libro en la televisión…

¿Te imaginaste la reacción después de la entrevista con Bayly?

No. No calculé que una entrevista podría generar todo esto. No me lo imaginé. Por eso me chocó tanto. El hecho fue desbordante, fuerte. Quizás fue un error no preverlo. Pero fue algo que no estaba en mis manos, que luego leyeran mi novela y se desencadenara todo el pleito.

Lo curioso es que en tu novela, como si fuera un juego de espejos, la protagonista parece imaginar todas las presiones derivadas de mantener una relación con un escritor que lleva un programa de televisión.

Quizás inconscientemente lo sabía, pero no creía que en la realidad fuera a suceder lo mismo. Y de una forma tan brutal, incluso antes de salir el libro. Podría haber imaginado que tras publicarse el libro podía generar cierto revuelo o polémica… ¡pero no antes de haber salido! No fue algo consciente, pero mi personaje, Lucía, siente que vive presionada por las personas a su alrededor, que la persiguen, que intentan sabotear sus deseos y sus sueños, que intentan cortarle las alas, meterla en un molde.

¿Qué sientes cuando quienes te critican sugieren que tú no escribiste el libro?

Lejos de molestarme, ha terminado dándome risa. A Jaime le dijeron: “Tú has escrito su novela”, y creo que él tiene suficientes proyectos personales como para darse tiempo para sentarse a escribir novelas de otros. Es cierto, compartimos ciertos rasgos de estilo porque lo admiro. Pero también diferimos en muchas cosas: los saltos al pasado que hay en la novela, por ejemplo, no tienen nada que ver con lo que él escribe. Claro, ven una chica de 21 años, con carita de tonta, y dicen: “¡Bah! Ella no podría haber escrito eso”. La gente es muy incrédula y debería empezar a creer más en los demás. Y no maltratar a las personas sin conocerlas. No te pido aplaudir, pero sí permitirse sentarse y escuchar lo que uno tiene que decir.

¿Jaime te ayudó a escribir la novela? ¿Te ha corregido párrafos? ¿Te enseñó a trabajar los diálogos?

No, nunca. En realidad preferíamos hacer otras cosas juntos. Ver una película, salir a caminar. ¡Además somos muy flojos para ponernos a leer borradores! Yo le mandaba la novela por partecitas, y él me iba diciendo si le gustaba o no. Los puntos y las comas las vi yo, siempre. Más que criticarme cosas malas, me decía lo que le gustaba. Eso era un refuerzo para mí. Nunca se metió a cambia una palabra.

En la novela cuentas un divertido juego entre tú y Jaime: el de imaginar e intercambiar palabras rebuscadas…

Eso es real. Fue una de las cosas que nos unió desde que nos conocimos. A los dos nos encantan las palabras raras. Yo las escribo en un cuadernito, mientras que él es un pozo de sustantivos y adjetivos rebuscadísimos.

¿Qué porcentaje de “Lo que otros no ven” podrías considerar autobiográfico?

¿Un 40%? Es bastante. La novela está basada en cositas reales, como cualquier escritor que se inspira en cosas que le afectan, le duelen, para a partir de allí crear un mundo imaginario. No quiero que piensen que mi novela es una autobiografía, no lo es. Es ficción.

¿Te sientes una escritora maldita?

Sí, de cierta forma. Escribo cosas que, según otros, no debería escribir. Y me meto en historias que muchos no quieren escuchar. Quizás a mucha gente no le guste el tono crudo del libro, y sé que ahora puedo ser una escritora maldita y más tarde, cuando pase el tiempo, al leer las escenas de sexo del libro me jale los pelos de vergüenza. Pero eso sucederá cuando tenga nueve novelas escritas. Ahora escribo lo que siento porque tengo 21 años. ¡No pueden pedirme que escriba como si tuviese 40!

¿La escritura es para ti una forma de exorcismo?

Sí. Quizás no conscientemente, pero cualquier forma de arte ayuda a exorcizar tus demonios. Botar lo que tienes dentro. Yo creo mucho en eso.

¿Tus padres han leído la novela?

No. Han leído los fragmentos que se han publicado. Hoy [jueves] salieron en “Caretas” cinco fragmentos y te diré que no me gustó lo que leí. Pusieron cinco escenas con Bayly, todas ellas de sexo. Verlas allí, sueltas, no tenía ningún sentido. Me chocó eso. Hasta sentí pudor al leerlas. En la novela tienen sentido, pues el personaje va perdiendo el pudor gradualmente. Mis papás leyeron eso y no me miraron con buena cara.

A Melissa P, la escritora italiana que sorprendió sacando a los 17 años una novela pornográfica, le preguntaron si sus padres habían leído su libro. Ella dijo que, cuando lo leyeron, se unieron mucho más como familia. ¿Tú esperas lo mismo?

Sí, conocía su declaración. Puede que funcione conmigo, no lo sé.

En tu novela, resulta conmovedor leer sobre ese abismo que separa a Lucía de su padre. Ella intenta encontrar algo que la una con él.

Cuando yo escribía la novela, también me encontré con mi papá. El amor por la lectura, que es lo que finalmente a Lucía la une con su padre, es algo que tomé de la vida real. Eso me hizo encontrarme con mi papá.

Como en la novela, ¿tu padre también quiso ser escritor?

No necesariamente, pero sí tenía la inquietud de escribir. Eso me conmovió mucho y me dio muchas ganas para seguir escribiendo.

A la manera de la serie “Sex & the City”, la novela se centra en la vida de cuatro amigas. Además de una historia de amor, es una novela sobre la traición entre amigas.

Creo que esa es la parte de la novela que más refleja la realidad. Lo veo mucho. Las amigas son amigas hasta cierto punto. Y no solo mujeres. Encontrar un amigo que no te traicione es difícil.

¿Cuál es ese punto?

El deseo, las ambiciones. Hay personas que podrían sacrificar una amistad por dinero.

Lucía, tu protagonista, sufre por las mentiras de los hombres que ama. ¿La mentira es algo que identifica a los hombres?

No creo que la mentira se pueda atribuir solo a los hombres. Pero en el caso de Lucía, ella reacciona así porque solo los chicos que quiere le han mentido.

La novela se desarrolla en una pequeña burbuja de la clase alta limeña. Es una Lima asfixiante, marcada por su condición de clase…

Eso lo tuve muy claro cuando escribía el libro. Sabía de qué clase social estaba escribiendo. Por eso me esforcé en retratarla bien. No es gratuito que todos los personajes se conozcan. Debía sentirse la burbuja social presionando, no dejando respirar a Lucía.

¿Esa misma burbuja de la “gentita” limeña no te deja respirar a ti?

Por supuesto. Lo sufro ahora como una cadena de opiniones en dominó. Uno dice una cosa y todos lo repiten. Nadie se atreve a decir algo distinto. No digo que yo sea la valiente, pues a veces te da miedo dar la contra siempre. Pero Lima es una ciudad asfixiante.

Has elegido ser escritora y dejaste la universidad para serlo. ¿Qué va a pasar ahora?

No lo sé. En realidad, nunca tengo claro eso. Es algo que yo no recomiendo, no me siento orgullosa por ello. A nadie recomendaría dejar la universidad y ponerse a escribir un libro o pintar un cuadro. Yo la he pasado realmente mal por eso. Nadie me apoyó, pero sentía que debía hacerlo. Necesitaba tiempo, un año de respiro para escribir esta novela. Probablemente vuelva a la universidad, pero tenía que hacer un alto a la rutina. Estaba obsesionada con escribir. Creo que mi vida es ahora un poco más feliz después de esta novela.
El Comercio.pe


Manuel Núñez del Prado Dávila

Escritor peruano

1 comentario:

  1. Enrique Planas muy bien que hayas escrito sobre mi amiga Silvia Nuñez del Arco novia de mi amigo Jaiem Bayly lo que està mal muy mal es que hace años cuando me entrevistaste en diario El Sol que ya no existe hoy existe otro diario sol de mi amigo Izquierdo con quien trabajè de gerente de màrketing y comentarista polìtica ...decìa està mal reque te mal recontra mal que luego de la entrevista que me hiciste motivo de la muerte de mi amigo Hugo Salazar del Alcàzar me pregunataste gaviota què nombre me sugieres para poner en tu entrevista yo te dije señora ternura... alos pocos dìas leo señora ternura de enrique planas me alegrè y no era para mì te copiaste mi tìtulo y le escribsita a otra que no era ninguna señora ternura...cuidando abuelos padres criando hijos Ayer 5 años hoy 57 rumbo a la gloria...
    http://www.escritoragaviota.com/

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